¿Qué es el silicio orgánico?
El silicio es un elemento químico (el segundo más común después del oxígeno), por lo general inorgánico y presente en la naturaleza en forma de dióxido de silicio. Al igual que sucede con muchos minerales, las plantas absorben el dióxido de silicio de la tierra y lo convierten en un bioelemento, una forma asimilable por los seres vivos. Esta forma se conoce como «silicio orgánico«, y está presente en los cereales integrales, las legumbras, la remolacha, la patata, la alfalfa y ciertas plantas, especialmente la Cola de Caballo.
Aunque los papiros egipcios ya hablaban de remedios a base de silicio, sus aplicaciones terapéuticas modernas se deben principalmente a los trabajos del químico Norbert Duffaut en 1957, que logró sintetizar la primera molécula de silicio orgánico de uso tópico. Posteriormente, en los 90, se obtuvo una nueva molécula que podía usarse de forma oral, que se ha perfeccionado recientemente en una nueva fórmula natural a partir del Equisetum Arvense o Cola de Caballo, que es la planta con mayor concentración de silicio (entre un 10% y un 60%, dependiendo de las condiciones de cultivo).
Propiedades del silicio orgánico
Dentro del organismo, el silicio está presente sobre todo en uñas, cabello, dientes, huesos y tejido conectivo. Su uso tradicional se remonta al antiguo Egipto, donde se utilizaba para tratar diversas dolencias.
Una de las principales propiedades del silicio orgánico es que favorece la síntesis del colágeno, esencial en la formación del tejido conjuntivo. Por ello puede tener un efecto beneficioso en procesos reumáticos, disminuyendo el dolor y la inflamación en las articulaciones afectadas, pero también puede mejorar la elasticidad de arterias, venas y piel, cuyo deterioro con la edad puede estar relacionado con la disminución de silicio en el organismo. El silicio orgánico también actúa mejorando la absorción de otros oligoelementos o principios activos, potenciando sus efectos beneficiosos, y por ello es muy utilizado en cosmética. Debido a que es un elemento presente en el organismo, el silicio orgánico no es tóxico y es hipoalergénico.
La deficiencia de silicio puede causar un amplio número de síntomas: fragilidad y opacidad de las uñas, defensas bajas, piel seca, caries, caída del cabello y problemas de huesos, entre otros. También parecen haberse detectado niveles bajos de silicio en pacientes de tuberculosis y cáncer.
Modos de empleo
Los expertos han calculado el aporte diario recomendado de silicio para un adulto en 30mg/día, que se conseguiría a través de la alimentación. Con el paso de los años el silicio pierde presencia en el organismo. Esto es debido a que las tasas de absorción intestinal disminuyen con la edad, pero también a alteraciones intestinales y posibles variaciones en la alimentación (un alto consumo de cereales refinados unido a un bajo consumo de vegetales, que además han sido cultivados en suelos empobrecidos, puede llevar a que no se consiga el aporte diario necesario de silicio orgánico). Las personas que practican deporte también necesitan un mayor aporte de silicio. Puesto que el valor de referencia varía ampliamente dependiendo de la edad y del estilo de vida, es necesario consultar con un terapeuta la posibilidad de suplementar la dieta con un complemento alimenticio de silicio orgánico.
Aunque el silicio se absorbe principalmente de forma intestinal (por el duodeno), también se absorbe fácilmente por la piel, facilitando la absorción de otros principios activos. por ello existen geles terapéuticos y productos cosméticos que contienen diversos principios activos en sinergia con el silicio orgánico. Estos productos se aplican una o dos veces al día y en función de su principio activo pueden mejorar la tonicidad de la piel, la circulación de las piernas, aliviar sintomáticamente dolores musculares o de las articulaciones, y un amplio etcétera.
Estudios
Después de caer en el olvido a partir del siglo XVI, el uso del silicio orgánico se recuperó durante el siglo XIX tanto en los inicios de la homeopatía como por Schuessler (inventor de la terapia a base de sales que lleva su nombre). Simultáneamente comenzaron los primeros estudios in vivo en animales y humanos. El descubrimiento de la molécula de Duffaut, a mediados del siglo XX, facilitó en gran medida la investigación terapéutica del silicio orgánico.
En 1970, un estudio con ratas y pollitos mostró una mejora de la calidad de los huesos y los cartílagos. También existen estudios in vitro que confirman la eficacia del silicio orgánico en la producción de colágeno, y algunos estudios clínicos vinculan la aplicación de silicio orgánico en gel a una mejora de la movilidad de las articulaciones. Pero los mayores estudios han sido los de Schwarz y Carlisle sobre la relación entre el silicio y el calcio. Recientemente se está investigando su papel como estimulador del sistema inmunológico.
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